(Esp) Este singular jardín está ubicado en el barrio de Piovera en Madrid y cuenta con más de 1.100 m2 de superficie. El diseño adapta el programa a la parcela, con forma cuadrada alrededor de la vivienda y con un camino de acceso de más de 40 metros de longitud, mediante un lenguaje sencillo de líneas rectas en sintonía con el de la arquitectura.
Orientado al norte se encuentra el acceso al garaje, al sur la piscina con pradera de césped y zona estancial bajo un grupo de pinos existentes, al este la entrada principal a la vivienda y al oeste zona de huertos.
El pavimento elegido para los caminos es de adoquines y losas prefabricadas de hormigón sobre zahorra. En el paseo de entrada se disponen tabicas metálicas para separar los diferentes formatos y marcar las juntas que siguen la modulación del cerramiento. Alrededor de la piscina se utiliza madera tecnológica de un tono claro acompañando al de la fachada de la vivienda y que contrasta con maceteros y jardineras metálicas lacadas en tonos oscuros. Frente a la escalera principal se encaja a ras de suelo una fuente plana de granito negro pulido. Los cerramientos de la parcela son metálicos de doble mallazo con brezo entre los postes y trepadoras plantadas al pie.
El arbolado aportado a este jardín se dispone alrededor de la piscina y frente a la escalera de acceso para cerrar las vistas y dar privacidad. Algunas especies son Acer palmatum, Cinnamomun camphora, Lagerstroemia indica, Liquidambar styraciflua y Olea europaea.
Algunas arbustivas, tapizantes y trepadoras utilizadas, principalmente en los perímetros, son: Buxus sempervirens, Phormium tenax, Gaura lindheimeri, Erigeron karvinskianus, Lavandula angustifolia, Lippia nodiflora, Campis radicas y Trachelospermum jasminoides.
La iluminación en el paseo de entrada está formada por luminarias metálicas empotradas en los muros y proyectores empotrados en las juntas de grava del pavimento. En el resto del jardín la iluminación es indirecta proyectada siempre de abajo a arriba sobre arboles y plantas.
El largo camino de entrada y salida a la parcela ha sido en este proyecto un reto utilizado para articular el paso desde el espacio público al jardín privado convirtiéndose en una experiencia en sí mismo. Al final del camino aparece la arquitectura abrazada por esta singular propuesta de jardín mediterráneo adaptado a las condiciones del clima local y de fácil mantenimiento.